Once

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Ya sé que esto se vuelve repetitivo, pero realmente nos ENCANTARÍA que comentaran todo lo que puedan, todo lo que se les ocurra. Nosotras leemos todos los comentarios y nos gustaría saber qué piensan jsjs. Muchas gracias por la espera y por el apoyo <3. Ahora sí, ¿listas para leer la continuación? 


Sin poder controlarlo, la nariz de Jimin se hundía en el pecho del alfa como si fuera el último rincón de calidez y seguridad en el mundo entero. El agarre de Yoongi era firme y, sin embargo, Jimin no sabía si los temblores que sentía a su alrededor pertenecían al alfa o eran únicamente productos de su propio cuerpo. Se repitió como un maldito enfermo que debía parar el maldito espectáculo que le estaba dando al alfa pero algo muy en el fondo le decía que Yoongi no lo juzgaría, y eso lo hacía sentir peor. Sus sollozos incontrolables, a ese punto, ya asemejaban más a gritos de ayuda, y no era capaz de parar, no era capaz de mantener a raya sus emociones ni los pensamientos fugaces que lo atormentaban y acribillaban como la basura que él era, que siempre sería. Se odiaba tanto, se odiaba tan jodidamente mucho que era insoportable, solo quería que su cabeza se callara, que las malditas voces que le recordaban quién era en realidad lo dejaran por un maldito segundo.

El dolor, el maldito dolor que lo acompañaba desde antes de abrir los ojos y que lo dejaba en vela tantas noches. Él lo conocía muy bien, le rompía el pecho y se apoderaba de cada una de sus células hasta que jodidamente doliera hasta respirar. El dolor que lo tenía inhalando trabajosamente entre la bruma de la rabia y la tristeza y que era simplemente demasiado, siempre era demasiado.

El omega se las arregló para alejarse un poco del agarre del alfa, incluso cuando no se sentía capaz ni de levantar un gramo de su cuerpo, y volvió a golpearse el muslo con toda la fuerza que tenía esperando sentir algo, cualquier cosa, una maldita cosa que lo redimiera o que ahuyentara la maldita sensación de su pecho porque no se sentía capaz de aguantarlo más, pero solo se encontró con vacío. Repitió la acción sobre su piel con la suficiente fuerza para astillar el piso de madera junto a él, pero no era suficiente. Nada lo era. ¿Alguna vez lo sería?

Yoongi trató de acunar sus brazos entre sus cuerpos y Jimin forcejeó contra él mientras sollozaba como un patético animal en cautiverio, porque no era capaz de hacer otra cosa.

—No, ¡no! —Su voz áspera y estrangulada, como si no la usara hace mucho. Yoongi volvió a intentar sujetar sus manos mientras que mantenía el brazo sobre sus hombros, el rostro de Jimin sofocado en el calor de la curvatura de su cuello—. ¡No, mierda, basta! Yo-yo... yo lo necesito. Necesito...

—No necesitas hacerte daño, Jimin —le respondió con voz suave sobre su oído, no pareciendo afectado por los gritos del menor. La maldita voz suave que le dirigía cada jodida vez que Jimin quería ser tratado con rudeza, no como una maldita muñeca rota—. Jimin, ¡Jimin! Escucha. —Se alejó un poco del omega para poder mirarlo a los ojos cuando logró capturar sus muñecas entre una sola de sus manos. El pelirosa podía ver el contorno de su rostro, pero era incapaz de ver más allá de la niebla de lágrimas y sobrecogimiento que espesamente se formaba en los marcos de sus ojos—. Eres valioso. Tú dolor importa y no mereces, escúchame bien —dijo cuando Jimin intentó alejarse a toda costa de su insistente mirada—, no mereces golpes, ni ningún tipo de daño, incluso cuando eres tú mismo el que lo causa.

El omega llevó sus ojos hasta sus muslos, pero Yoongi no cedió en ningún momento y tampoco dejó de sostener sus hombros como si fuera malditamente fácil, como si se atreviera a pedirle a Jimin que confiara, que lo dejara entrar, que él ayudaría. Pero Jimin no era un imbécil, sabía quién era, y por eso sabía lo fácil que era de desechar y olvidar.

—¿Cómo puedes decir eso? —murmuró bajo su aliento, sin intenciones de ser escuchado ante el eco de las palabras de Yoongi, porque ¿cómo podía decir que merecía una mierda si había visto todo de él? Joder, él podía verlo, podía ver a través de él, por lo que podía ver incluso con más claridad qué clase de escoria patética era, y le avergonzaba. Sollozó aún más fuerte por la puta vergüenza de estar tan abierto y expuesto ante Yoongi, porque él pudo ver a través de su carcasa y eso era exactamente lo que no quería porque era asqueroso y débil por dentro. Y, aun así, se aferró al ligero material de la camiseta del alfa como si fuera su única ancla a tierra, porque en ese momento no podía ver más allá de su puta vergüenza, del monstruo repulsivo que le devolvía la mirada en el espejo cada mañana, de la furia y el dolor que le causaba despertar siendo él.

Él es una zorra │Yoonmin│Where stories live. Discover now